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La olvidada historia colonial española en Guinea

España probablemente sea el país europeo que menos relaciones mantiene con sus excolonias, lo que provoca que muchos ciudadanos desconozcan el pasado colonial español en África. Un caso paradigmático es el de Guinea Ecuatorial, un territorio que perteneció a España hasta finales de los años 60. Allí, el recuerdo de la exmetrópoli es imborrable.

Los orígenes

La historia de la Guinea española no empezó hasta el siglo xviii; hasta entonces fue una colonia portuguesa. Los portugueses llegaron de la mano de Fernando Poo, navegante del siglo xv que dio nombre a la isla principal (actual Malabo), y comenzaron a colonizar la zona como enclave comercial de esclavos para aprovechar la demanda de mano de obra de las incipientes colonias americanas. Durante la posesión portuguesa la situación para la población indígena fue denigrante, peor aún sería la colonización hispana. En el juego colonial los territorios a veces eran una especie de «cromos» intercambiables y los dos países ibéricos firmaron un acuerdo para canjear territorios. A cambio de Guinea, España cedió la isla de Santa Catalina, en la costa sur de Brasil y parte del interior de lo que era Río de la Plata.

Mapa de 1729 mostrando el área geográfica del golfo de Guinea donde se desarrollan las culturas bubi, fang y benga, entre otras. Wikimedia Commons.

El intercambio territorial era enorme si se comparaba, pero el comercio de esclavos se encontraba en auge por lo que los españoles entraban en un mercado pujante. Sin embargo, debido a una serie de problemas, como un motín de la población local o el azote de las enfermedades, los españoles prácticamente abandonaron la isla y el territorio continental. Portugal salió beneficiada de esta situación, pues España continuó adquiriendo mano esclava en la isla portuguesa de Santo Tomé y Príncipe (actual República Democrática de Santo Tomé y Príncipe).

Durante más de cincuenta años España prescindió de Guinea Ecuatorial. Este vacío fue ocupado, con permiso español, por los británicos en 1821. Su objetivo era crear un puerto para combatir el tráfico de esclavos. Durante esta etapa la isla se dinamizó gracias a las capturas que realizaba la armada británica y a la emigración que veía una oportunidad en el nuevo puerto ─llamado Port Clarence─. El auge de Guinea bajo mandato británico fue tal que desde Londres hicieron varias ofertas para adquirirla como posesión colonial propia. Sus aspiraciones fueron frenadas con la llegada al trono de Isabel II de España. Esta monarca tenía la idea de posicionar al país en el nuevo nicho colonial que se estaba formando en el continente africano. De esta forma se formalizó finalmente la llegada de los colonizadores españoles a Guinea en 1855: La isla pasó a llamarse Santa Isabel en honor a la monarca.

Guinea Española

Tras la pérdida de las últimas colonias americanas, España puso el foco en sus colonias africanas. Comenzó a legislar para beneficiar a colonizadores y atraer la inversión de la burguesía industrial, mientras que se negó la posesión de la tierra a los nativos no cristianizados. Durante esta etapa las infraestructuras no tuvieron un gran desarrollo, además había escasez de mano de obra, lo que dio lugar a una situación de inmovilismo debido al poco ímpetu por entrar a colonizar las tierras guineanas.

Una colonia sin braceros
Un problema que se arrastró mucho tiempo fue la falta de mano de obra. Principalmente porque el grueso de la población vivía en Guinea continental y las grandes plantaciones se concentraban en la isla de Santa Isabel. Además, la población indígena era reacia al trabajo en plantaciones bajo el orden colonial. Las poblaciones autóctonas guineanas eran las Fang (etnia con tradiciones democráticas por lo que aborrecen la servidumbre) y las Bubi. Hay que recordar que trabajar como bracero exigía que no pudiesen ni comunicarse en su propia lengua. Al principio se trató de traer esclavos de Cuba, y más tarde de Filipinas, ambos proyectos fracasaron. Se pasó al reclutamiento forzado pues los españoles no podían igualar el sueldo que ofrecían franceses e ingleses. Se llegó incluso a contratar braceros traídos desde China.

En 1906, tras la conferencia de Algeciras, España se comprometió a colonizar la región del Rif. Esta decisión logró despertar a la élite española que empezó a ver África como el futuro económico. Se inició una fase de inversión en las antiguas colonias (Sáhara y Guinea) para adecuarlas a ese momento y a la colonización del Rif. En esta etapa la colonización norteafricana fue la que más absorbió el capital destinado a las colonias pues la resistencia rifeña provocó un conflicto bélico que duró veinte años. Mientras, en Guinea se definía el sistema que causó el crecimiento económico de la colonia: el cultivo intensivo, en un primer momento de cacao, pero más tarde derivó en azúcar, café o madera, entre otros. Este impulso fue efectuado en su mayor parte por inversión de la burguesía catalana.

Sello postal de la Guinea Continental Española (1903). Wikimedia Commons.

Tras la guerra civil española, el país sumido en una grave crisis general comenzó a observar las colonias africanas como parte de la reconstrucción. Estos territorios fueron parte vital del proceso, a pesar de que a la hora de hablar de la reconstrucción del estado por parte del gobierno franquista en los libros de texto de secundaria y bachiller se omite de forma descarada como las colonias fueron clave en el impulso el crecimiento. Muchos españoles vieron la emigración hacia las colonias como una forma de salvarse de la crisis económica que provocó el conflicto o de la persecución política del Franquismo. Así, en esta segunda etapa, Guinea fue fundamental en el crecimiento económico sobre todo por la industria de la alimentación. En esta fase aparecieron y se consolidaron marcas españolas como Cola-Cao o Cacaolat así como la industria maderera El aumento demográfico de la colonia fue a la par, pues si en 1942 había unos 171 000 habitantes en 1962 ya eran 246 000. Además, la población de origen europeo pasó de 4000 a unos 7000 en el mismo tiempo, y no se debe olvidar que era la que mayor poder adquisitivo tenía. En este sentido, un informe presentado a las Cortes españolas en 1964 sobre la renta de los habitantes de cada provincia señalaba que en Guinea se distribuía entre las 232 940 pesetas (1400 euros) per cápita de los europeos y las 16 638 pesetas (100€) de los nativos. Un claro ejemplo del funcionamiento de la vida en una colonia.

La Guerra Civil en Guinea
Durante la guerra civil española se vivió un suceso curioso en Guinea. La sublevación había triunfado en el territorio insular de la colonia, pero no en el continente, donde su capital, Bata, permaneció fiel a la II República. Debido a que las autoridades franquistas no querían que se formara una resistencia en la retaguardia y se creará un reducto republicano, unieron fuerzas para acabar con los republicanos en Guinea. La situación dio lugar a la improvisación de embarcaciones en Canarias, pues la Marina se mantuvo en el bando republicano, que llevaron militares de Canarias, de Sidi Ifni y el Sáhara para reprimir la resistencia republicana. En apenas un mes se acabó con los republicanos, algunos de los cuales se exiliaron en Camerún o Gabón.

La inevitable descolonización

Mapa de Guinea Ecuatorial. Wikimedia Commons.

España a partir de los años cincuenta emprendió un proyecto para estirar el tiempo de colonización, puesto en marcha debido a que en 1956 el Rif, o Protectorado español de Marruecos fue descolonizado y entregado a Marruecos. Esta entrega levantó una preocupación sobre el futuro del resto de colonias. Para evitar lo sucedido en el Rif se efectuó un movimiento imitando a su vecino peninsular, Portugal, transformando las colonias en provincias del país. La colonia de Guinea pasó a ser la provincia de Guinea en 1957; en esta misma jugada se incluyó al Sáhara, las ciudades de Ceuta y Melilla y el archipiélago canario.

Las primeras protestas anticoloniales tuvieron lugar en el año 1959. Los guineanos comenzaron a organizarse en contra del gobierno de Madrid de manera clandestina, pero la represión dio lugar a que muchos se vieran obligados a exiliarse a otros países vecinos como Camerún, donde encontraban grupos anticoloniales con los mismos objetivos. Podemos encontrar varios grupos políticos formados por el nacionalismo guineano que fueron cogiendo fuerza a la vez que los países de alrededor, una vez descolonizados, como Gabón o Camerún, los reconocían. Estos partidos fueron la Cruzada Nacional de Liberación de la Guinea Ecuatorial que más tarde se renombró como Movimiento Nacional de Liberación de Guinea Ecuatorial (MONALIGE) o Idea Popular de Guinea Ecuatorial (IPGE). Estos movimientos comenzaron a organizar protestas y huelgas que acabaron con centenares de detenidos.

Firma del Acta de Independencia de Guinea Ecuatorial entre Fraga (i) y Macías (d). Wikimedia Commons.

La situación se volvió insostenible para España, pues veía como en la colonia el despertar del nacionalismo era imparable, y que los países fronterizos con Guinea se encontraban totalmente independizados o en proceso de ello. A ello hay que sumar la presión de la ONU, que dio lugar a que se convocara el referéndum de autonomía el 7 de diciembre de 1963. En esta votación, donde participaron exiliados y presos políticos guineanos, el resultado fue favorable a la autonomía del territorio, pero siguió ligada a España. El gobierno guineano quedó en manos de dos cámaras parlamentarias bajo control de la dictadura. Es decir, por presiones externas, se le otorgó una autonomía a la colonia para que fuese un puente de cara a la descolonización. La autonomía guineana no era más que una fachada: los puestos administrativos importantes continuaban en manos españolas y la metrópoli tenía siempre la última palabra en cualquier movimiento administrativo y político. Una visita por parte de la ONU en 1966 observó que la autonomía no era suficiente y advirtió de que la corrupción se encontraba normalizada en la colonia. Finalmente, en 1966 el gobierno español decidió dar de manera definitiva la independencia a Guinea. El 28 de septiembre de 1968 fue la fecha en la que el candidato a la presidencia Francisco Macías de Idea Popular de Guinea Ecuatorial obtuvo los votos necesarios para ser el primer presidente de la nueva República de Guinea Ecuatorial. Hay que decir que el nuevo presidente no era el favorito del gobierno español, pues una práctica en las descolonizaciones era que en las primeras elecciones ganara un candidato puesto o muy favorecido por la ya antigua metrópoli. Ante la victoria del candidato no deseado, el almirante Luís Carrero Blanco, vicepresidente del Gobierno español ordenó el boicot de las nuevas instituciones. Entre otras maniobras desestabilizadoras, se constata el hecho de que vaciaron las arcas de los dos únicos bancos que había en Guinea: el Banco Exterior de España y el Banco de Crédito. Así, el nuevo Gobierno no podía pagar a los funcionarios ya que no disponía de moneda propia ni de banco nacional y seguía en circulación la peseta española. Además, la nueva República no iba a utilizar los presupuestos aprobados por España para las dos provincias africanas, bianuales, según los acuerdos de transición firmados. Pero España más tarde se negó a cumplir con lo acordado. Macías poseía un carácter hostil hacia el gobierno de España, de hecho, sus rivales políticos, Edmundo Bossio o Atanasio Ndongo, en último momento solicitaron a sus seguidores el voto a este debido a sus promesas y su carácter anticolonial.

Pesetas ecuatoguineanas (1969). Wikimedia Commons.

De joven República a régimen del terror
Francisco Macias Nguema Biyogo nació en 1924 en el seno de una familia campesina. Trabajó como traductor para la administración colonial, donde se desarrolló laboralmente como colaboracionista, acto del que renegó durante las elecciones. Tras hacer frente a un intento de golpe de Estado en 1969, Macías absorbió todos los poderes iniciando una dictadura, por la cual, tristemente, sería muy conocido. Como dictador clásico de la época de la Guerra Fría, se caracterizó por sus excentricidades, se auto nombró como «Único Milagro de Guinea Ecuatorial», se prohibió alimentarse de pan o poner el nombre de Mónica a las niñas debido que su esposa huida tenía ese nombre. Africanizó su nombre como Masie Nguema Biyogo Ñegue Ndong en 1976 para más tarde exigir lo mismo al resto de la población. Además, llevó a cabo la instalación de una base secreta de submarinos soviéticos en la isla de Luba. Durante su presidencia, Guinea Ecuatorial sufrió numerosas purgas políticas (la familia de Rita Bosaho, directora general para la Igualdad de Trato y Diversidad Étnico Racial del Gobierno de España, fue víctima de esta) y asesinatos masivos, se calcula que aproximadamente se asesinó al 15% de la población total.

Finalmente, Macias tomó el mando del nuevo Estado y la abocó a una década donde la república, una vez más, acabó en manos de un dictador. Los diez años de dictadura de Macías dan para mucho, pero a lo que se debe este artículo debemos señalar que hubo una ruptura total con la exmetrópoli y varias situaciones de tensión con España.

Francisco Macías Nguema, primer presidente de Guinea Ecuatorial.. Wikimedia Commons.

En 1969 hubo un intento de golpe de estado, cuya veracidad sigue discutida hoy. El relato dice que el ministro de asuntos exteriores Atanasio Ndongo orquestó un intento de toma del poder junto a Saturnino Ibongo el 5 de marzo de 1969. Sin embargo, cuando Atanasio llegó al palacio presidencial para oficializar el cambio de gobierno, cayó al vacío desde el mismo edificio. Queda la duda de si fue arrojado o se suicidó, pero su cuerpo quedó inmóvil en la calle durante cinco largas horas en las que fue vejado por algunos transeúntes hasta que fue retirado por sanitarios. Macias culpó al gobierno español de tejer este intento de golpe de estado, que generó una acelerada evacuación de la población hispana. El Gobierno español se vio obligado a improvisar la salida de cerca de 7500 personas en tiempo récord. Si el golpe de estado se produjo el 5 de marzo, a principios de abril, debido a la tensa situación por la acusación contra el gobierno español, toda la población hispana ya había sido evacuada. Hoy existen asociaciones exigiendo una indemnización al estado español para los habitantes hispano-guineanos que tuvieron pérdidas patrimoniales debido al forzado abandono de Guinea.

Tras la salida de los españoles y la ruptura con la metrópoli, Guinea cayó en una situación de inestabilidad en la que Macías lideró como un déspota un régimen de terror que absorbió todos los poderes constitucionales en su persona cuando derogó la Constitución de 1968. En 1979 se produjo un golpe de estado contra Macías orquestado por Teodoro Obiang, sobrino del dictador. Macías fue fusilado como el antiguo código militar español establecía. Tras el asesinato del dictador la situación no cambió y solo se produjo un cambio de tirano. Obiang lleva como presidente desde 1979 y ha formado una dictadura familiar cuyo vicepresidente es su hijo Teodoro Obiang, más conocido como Teodorín.

Guinea y España en la actualidad

Con la llegada de Teodoro al poder, las relaciones con España fueron normalizándose de forma paulatina. Las visitas de presidentes españoles se fueron sucediendo y la presencia española a través de intercambios universitarios o empresariales fueron aumentando. Aun así, las relaciones hoy son poco más que formales.

Reunión entre Leopoldo Calvo Sotelo y Teodoro Obiang (Madrid, 1982). Wikimedia Commons.

El presidente guineano (el dirigente africano más longevo en la actualidad) a lo largo de los años ha ido jugando sus cartas con el acercamiento a España, así como a Francia (al igual que la excolonia marroquí), de forma que siempre los dos países estuvieron pujando para lograr la mayor influencia en Guinea. Con el fin de la Guerra Fría, la presión fue de España hacia Obiang para que democratizara el país. Hubo varios amagos de que sucedería el relevo democrático, sin embargo, todo quedó en promesas cuando a fines de los noventa Guinea encontró petróleo y un nuevo estatus internacional. El crudo en la actualidad representa el 80% del PIB del país, lo que ha permitido aumentar su influencia en el golfo de Guinea.

Protesta contra la persecución a la cultura Bubi frente a la Embajada de Guinea Ecuatorial en Madrid en 2015. ©Calvin Smith/Wikimedia Commons.

En lo que respecta a España los contactos han sido continuos, pero sobre todo en eventos, como el II Congreso de la Lengua Española celebrado en Valladolid en 2004, donde el dictador tuvo una reunión con José María Aznar y otra con el rey Juan Carlos I. Además, Obiang ha sido visitado y ha mantenido reuniones con casi todos los presidentes españoles, exceptuando a Adolfo Suarez (aunque Obiang sí asistió a su funeral) y el actual presidente Pedro Sánchez. Diversas empresas españolas continúan trabajando en Guinea, en especial las energéticas como Repsol, con cuyos responsables ha aparecido públicamente Obiang. Lo que siempre ha sido la comidilla es el apoyo, por parte de las empresas españolas y presidentes de gobierno, a Obiang como dictador y sus consecuentes violaciones de derechos humanos y fraudulentas votaciones. Obiang ha hecho de Guinea una empresa familiar en la que los hijos ocupan diferentes puestos en el gobierno. Esto evidencia que el futuro de Guinea pasa por continuar la dinastía Obiang en el poder. Los hijos del dictador han protagonizado luchas internas para abrirse paso en la carrera sucesoria. Estas luchas internas han aparecido, incluso, en los documentos del comisario Villarejo, a quien recurrieron diversos empresarios guineanos para entorpecer la carrera política de Gabriel Obiang en favor de su hermano Teodoro Obiang. Contactos que están siendo investigados en la actualidad por las autoridades judiciales españolas.

La incógnita es relativa al futuro, la perpetuación de Obiang, la sustentación del régimen con apoyo español pese a las críticas, y que sucederá una vez este deje el cargo. El futuro es un misterio para Guinea, España y el pueblo guineano, sin embargo, el pasado les une y merece un mejor reconocimiento histórico, sobre todo por parte de los españoles hacia los guineanos.

Para ampliar:

Frieyro de Lara, Beatriz y Rodríguez, José Luis, 2015: Las relaciones de España con Guinea Ecuatorial y Sahara Occidental: dos modelos de colonización y descolonización, Granada, Editorial Universidad de Granada.

Ndongo, Donato, 2020: Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial, Barcelona, Edicions Bellaterra [edición original de 1977].

Obiang Biko, Adolfo, 2017: Guinea Ecuatorial: del Colonialismo español al descubrimiento del petróleo, Madrid, Editorial Sial.

 

Licenciado en Historia, Máster en Historia Contemporánea por la Universidad de Valencia y Máster en Educación por la Universidad de Zaragoza. Experto en la historia colonial española en África, y en la Guerra del Rif.

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