La Primera Cruzada marcó de forma fundamental las relaciones entre Oriente y Occidente y, especialmente, entre cristianismo e islam. Sus consecuencias, incluso, llegan hasta hoy día. Como territorio puente entre Europa y Asia, Bizancio tuvo un papel primordial, no solo en el desarrollo de las Cruzadas, sino también en su origen. La primera de ellas fue, de hecho, una respuesta a la petición del emperador Alejo Comneno. Bizancio necesitaba ayuda y tropas, pero la respuesta no fue la esperada.
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